Inmaculada
Anónimo, siglo XVIII.
En 1785, la antigua capilla de San Francisco recibía una nueva titular, la Inmaculada Concepción. Su promotor era el canónigo don Francisco Manuel Angulo que encargó el retablo a Bernardo de Ocaña, determinando que fuera dorado para guardar “la simetría” con el de Santa Teresa (capilla frontera).
El retablo muestra un rico programa iconográfico de carácter concepcionista. En el banco se representa: Ester ante Asuero, la Visión de la Jerusalén Celeste y Judith con la cabeza de Holofernes, separados por símbolos loretanos, que se repiten en otros ámbitos del retablo acompañados de inscripciones. Destaca el lienzo central de la Inmaculada, que copia el modelo de Ribera. En las calles laterales, Santa Ana y San Joaquín, los padres de la Virgen y muy presentes en las primeras representaciones de la iconografía inmaculista. El lienzo del ático presenta a Esther ante Asuero, otra de las prefiguraciones concepcionistas. Para culminar este programa iconográfico aparecen las imágenes de los reyes y profetas del Antiguo Testamento.
En el lateral derecho de la capilla se ha ubicado a la escultura de San Amador, mártir y patrono de Martos, y en su pedestal se halla Santa Marta. El conjunto fue realizado por José Romero Benítez.
En el muro izquierdo podemos ver un lienzo barroco de San José con el Niño.