San Miguel
Bernardo Lorente Germán, 1757.
San Ambrosio y San Agustín
José de Medina, 1757 – 1762.
Arcángeles
Atribuidos a Francisco Polanco,
ca 1640 – 1650.
En 1757, el canónigo don Ambrosio Francisco de Gámez proponía al cabildo adornar esta capilla dedicándola a San Miguel. Durante un tiempo había acogido a San Benito. Tanto una como otra devoción habían estado presentes en la catedral vieja.
Don Ambrosio apostó por un programa decorativo similar al que años antes había dirigido en la capilla de la Virgen de los Dolores (la situada frente a ésta, en la nave de la epístola). Con este fin, encargó un retablo dorado que actuara como marco del lienzo oval que representa a San Miguel, obra del sevillano Bernardo Lorente Germán (1757). En el basamento del retablo se disponen las tallas de San Ambrosio y San Agustín, dos de los Padres de la Iglesia, vinculados a la devoción del patrono. En el centro, una pintura sobre cristal representa a la Virgen del Alcázar, patrona de Baeza, ciudad en la que vivió y estudió don Ambrosio y en cuya catedral comenzó su canonjía. En el remate del retablo otras pinturas sobre cristal recuerdan a devociones muy presentes en la vida de Gámez: la Santísima Trinidad y los Nombres de Jesús y María.
La capilla queda completamente decorada, para lo que se utilizan placas de madera dorada que enmarcan los lienzos de la serie angélica atribuida al cazorleño Francisco Polanco (ca. 1640-1650). El programa iconográfico se completa con un conjunto de pinturas murales que se distribuyen tras el retablo y en los casetones de la bóveda, obra de José Carazo.