Entre los templos de la diócesis, el lugar más importante corresponde a la iglesia Catedral, que es signo de unidad de la Iglesia particular, lugar donde acontece el momento más alto de la vida de la diócesis y se cumple también el acto más excelso y sagrado del munus sanctificandi del Obispo, que implica juntamente, como la misma liturgia que él preside, la santificación de las personas y el culto y la gloria de Dios.
La Catedral es también signo del magisterio y de la potestad del Pastor de la diócesis.
La Catedral debe ser tenida como centro de la vida litúrgica de la Diócesis. Por esto, ha de ser reverenciada por todos los diocesanos y tenida como lugar propio para la celebración de aquellos actos que por su índole manifiestan la vida de la Iglesia particular de Jaén.
En la Diócesis de Jaén, existen dos Catedrales: la de Jaén, donde se encuentra la Sede del Obispo de la Diócesis, y la de Baeza, que se mantiene como recuerdo histórico de la Diócesis de Baeza, trasladada en 1249 a Jaén.