En la Solemnidad de Todos los Santos, compartimos una de las muchas obras de arte que atesora nuestra Catedral. Se trata de una miniatura del misal del cardenal Merino para la fiesta de Todos los Santos.
En la ilustración ocupa el lugar central Jesucristo, la única figura que se ve completa, sosteniendo en la mano el libro del evangelio. Alrededor de Él, en verdadera piña, se adivinan unas figuras apenas visibles, pero sí identificables por las coronas de santidad.
Entre medio de un verdadero mar de aureolas o coronas aparecen palmas que hacen referencia al martirio, un bordón de peregrino y un báculo episcopal. Si, como afirma el refrán, una imagen vale más que mil palabras, la ilustración a la que hacemos referencia nos revela toda una teología de la santidad: el Santo por excelencia es Cristo, y los demás, hombres y mujeres que han sido amigos suyos a lo largo de la historia, lo son por participación, por estar cerca del Señor.
En la Solemnidad de Todos los Santos, compartimos una de las muchas obras de arte que atesora nuestra Catedral. Se trata de una miniatura del misal del cardenal Merino para la fiesta de Todos los Santos.
En la ilustración ocupa el lugar central Jesucristo, la única figura que se ve completa, sosteniendo en la mano el libro del evangelio. Alrededor de Él, en verdadera piña, se adivinan unas figuras apenas visibles, pero sí identificables por las coronas de santidad.
Entre medio de un verdadero mar de aureolas o coronas aparecen palmas que hacen referencia al martirio, un bordón de peregrino y un báculo episcopal. Si, como afirma el refrán, una imagen vale más que mil palabras, la ilustración a la que hacemos referencia nos revela toda una teología de la santidad: el Santo por excelencia es Cristo, y los demás, hombres y mujeres que han sido amigos suyos a lo largo de la historia, lo son por participación, por estar cerca del Señor.