La eucaristía con motivo de la III Jornada Mundial de los Pobres pone el punto final los siete de días de actividades programas en la Semana de la Pobreza en Jaén. Organizada por la Vicaría de Caridad y Acción Social de la Diócesis de Jaén y los colectivos en ella integrados, ha permitido reflexionar sobre la pobreza infantil, la cooperación con países en vías de desarrollo, la Pastoral Penitenciaria, la doctrina del papa Francisco sobre el trabajo, la realidad de la exclusión en Andalucía, la situación de migrantes y refugiados y la Pastoral de la Salud. El vicario general de la Diócesis de Jaén y deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, ha presidido la eucaristía, que han concelebrado el sacerdote salesiano y capellán del Centro Penitenciario, José González, y el secretario de Migraciones de la Diócesis de Jaén, Jesús Castro. A ella han asistido representantes y voluntarios de los colectivos organizadores. El coro de la parroquia de La Santa Cruz de Pegalajar, dirigido por Rafael López-Sidro López e integrado, en su mayoría, por niños, se ha encargado con sus cantos de la animación litúrgica de la celebración eucarística.
En su homilía, Francisco Juan Martínez, ha destacado que las lecturas “invitan ya a mirar a ese día del Señor profetizado por Malaquías, que es el final de la historia”, en la recta final del año litúrgico, que concluye el próximo domingo con la festividad de Cristo Rey. “Lo imperfecta y limitada que es la vida es una realidad omnipresente que a diario sale a nuestro encuentro. Injusticias y enemistades, odios y rencores, enfermedad y muerte marcan nuestra existencia y nos empujan a buscar una vida mejor”, ha explicado. “Tenemos esperanza de alcanzarla algún día -ha proseguido-. Nuestra esperanza es la esperanza de los pobres, de los que experimentan la precariedad en su vida. Precisamente ese es el lema de la III Jornada Mundial de los Pobres que celebramos hoy, y que está tomado del salmo 9: ‘La esperanza de los pobres nunca se frustrará”. El Vicario General ha apuntado que, ante las condiciones desafiantes del desenlace final de la historia, “Jesús nos invita a la calma”. “El secreto está en la perseverancia, que no es fruto de nuestra obstinación ni de nuestro empeño, sino en mantenernos unidos a Él”, ha recalcado. “A pesar de todo, y por encima de todo, Jesús está con nosotros, está con su Iglesia, y suya es la victoria sobre todo mal, victoria que en la consumación de los siglos será total y definitiva”, ha apostillado. “Jesús nos invita a tener una mirad creyente sobre la historia y, en consecuencia, no dejarnos turbar por nada ni por nadie”, a lo que ha añadido una frase de San Juan de la Cruz en sus “Avisos”: “Procure conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún suceso de este mundo; mire que todo se ha de acabar”.
El Vicario General ha asegurado que frente a la inseguridad y el riesgo que suponen una actitud vital asumida con plena responsabilidad y que nos ocupa por entero, preferimos “atrincherarnos en el templo de nuestras seguridades, del confort y la tranquilidad que nos ofrecen un cristianismo sociológico de masas, una fe que anestesia ante el dolor del mundo, una relación con Jesús que no nos espolea ni exige, sino que incluso justifique nuestra mediocridad”. Frente a ello ha apuntado: “Estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza. Y nuestra esperanza no es una doctrina, ni una ideología. Es una persona: Jesucristo. Él nos recuerda que estamos llamados a una vida plena y definitiva, de debemos preparar ya aquí y ahora, haciendo crecer el reino de Dios”.
Martínez Rojas ha subrayado que nuestra vida cotidiana dista mucho de ser ya “ese reino de Dios que es nuestra meta final”. “La pobreza, o mejor dicho, las pobrezas, así nos lo recuerdan a diario. Por eso haríamos bien en tenerlo en cuenta especialmente hoy, III Jornada Mundial de los Pobres”, ha concretado. “El mundo necesita esperanza y nosotros somos sembradores de esa única semilla que ofrece la esperanza en un mundo mejor, esa semilla que es el Evangelio de Jesús”, ha defendido. En este punto, ha rescatado una frase del mensaje del papa Francisco de esa jornada:
“La condición que se pone a los discípulos del Señor Jesús, para ser evangelizadores coherentes, es sembrar signos tangibles de esperanza. A todas las comunidades cristianas y a cuantos sienten la necesidad de llevar esperanza y consuelo a los pobres, pido que se comprometan para que esta Jornada Mundial pueda reforzar en muchos la voluntad de colaborar activamente para que nadie se sienta privado de cercanía y solidaridad”.
Por todo ello, ha defendido: “Ante la justicia y la pobreza, cuando todo parezca perdido, Jesús nos dice: ‘No se perderá un cabello de vuestra cabeza’”. “Acerquémonos al fuego cálido y vivificador que es Jesús Eucaristía, el único que puede poner calidez en este tiempo gélido para la fe”, ha añadido en la homilía.
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La eucaristía con motivo de la III Jornada Mundial de los Pobres pone el punto final los siete de días de actividades programas en la Semana de la Pobreza en Jaén. Organizada por la Vicaría de Caridad y Acción Social de la Diócesis de Jaén y los colectivos en ella integrados, ha permitido reflexionar sobre la pobreza infantil, la cooperación con países en vías de desarrollo, la Pastoral Penitenciaria, la doctrina del papa Francisco sobre el trabajo, la realidad de la exclusión en Andalucía, la situación de migrantes y refugiados y la Pastoral de la Salud. El vicario general de la Diócesis de Jaén y deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, ha presidido la eucaristía, que han concelebrado el sacerdote salesiano y capellán del Centro Penitenciario, José González, y el secretario de Migraciones de la Diócesis de Jaén, Jesús Castro. A ella han asistido representantes y voluntarios de los colectivos organizadores. El coro de la parroquia de La Santa Cruz de Pegalajar, dirigido por Rafael López-Sidro López e integrado, en su mayoría, por niños, se ha encargado con sus cantos de la animación litúrgica de la celebración eucarística.
En su homilía, Francisco Juan Martínez, ha destacado que las lecturas “invitan ya a mirar a ese día del Señor profetizado por Malaquías, que es el final de la historia”, en la recta final del año litúrgico, que concluye el próximo domingo con la festividad de Cristo Rey. “Lo imperfecta y limitada que es la vida es una realidad omnipresente que a diario sale a nuestro encuentro. Injusticias y enemistades, odios y rencores, enfermedad y muerte marcan nuestra existencia y nos empujan a buscar una vida mejor”, ha explicado. “Tenemos esperanza de alcanzarla algún día -ha proseguido-. Nuestra esperanza es la esperanza de los pobres, de los que experimentan la precariedad en su vida. Precisamente ese es el lema de la III Jornada Mundial de los Pobres que celebramos hoy, y que está tomado del salmo 9: ‘La esperanza de los pobres nunca se frustrará”. El Vicario General ha apuntado que, ante las condiciones desafiantes del desenlace final de la historia, “Jesús nos invita a la calma”. “El secreto está en la perseverancia, que no es fruto de nuestra obstinación ni de nuestro empeño, sino en mantenernos unidos a Él”, ha recalcado. “A pesar de todo, y por encima de todo, Jesús está con nosotros, está con su Iglesia, y suya es la victoria sobre todo mal, victoria que en la consumación de los siglos será total y definitiva”, ha apostillado. “Jesús nos invita a tener una mirad creyente sobre la historia y, en consecuencia, no dejarnos turbar por nada ni por nadie”, a lo que ha añadido una frase de San Juan de la Cruz en sus “Avisos”: “Procure conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún suceso de este mundo; mire que todo se ha de acabar”.
El Vicario General ha asegurado que frente a la inseguridad y el riesgo que suponen una actitud vital asumida con plena responsabilidad y que nos ocupa por entero, preferimos “atrincherarnos en el templo de nuestras seguridades, del confort y la tranquilidad que nos ofrecen un cristianismo sociológico de masas, una fe que anestesia ante el dolor del mundo, una relación con Jesús que no nos espolea ni exige, sino que incluso justifique nuestra mediocridad”. Frente a ello ha apuntado: “Estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza. Y nuestra esperanza no es una doctrina, ni una ideología. Es una persona: Jesucristo. Él nos recuerda que estamos llamados a una vida plena y definitiva, de debemos preparar ya aquí y ahora, haciendo crecer el reino de Dios”.
Martínez Rojas ha subrayado que nuestra vida cotidiana dista mucho de ser ya “ese reino de Dios que es nuestra meta final”. “La pobreza, o mejor dicho, las pobrezas, así nos lo recuerdan a diario. Por eso haríamos bien en tenerlo en cuenta especialmente hoy, III Jornada Mundial de los Pobres”, ha concretado. “El mundo necesita esperanza y nosotros somos sembradores de esa única semilla que ofrece la esperanza en un mundo mejor, esa semilla que es el Evangelio de Jesús”, ha defendido. En este punto, ha rescatado una frase del mensaje del papa Francisco de esa jornada:
“La condición que se pone a los discípulos del Señor Jesús, para ser evangelizadores coherentes, es sembrar signos tangibles de esperanza. A todas las comunidades cristianas y a cuantos sienten la necesidad de llevar esperanza y consuelo a los pobres, pido que se comprometan para que esta Jornada Mundial pueda reforzar en muchos la voluntad de colaborar activamente para que nadie se sienta privado de cercanía y solidaridad”.
Por todo ello, ha defendido: “Ante la justicia y la pobreza, cuando todo parezca perdido, Jesús nos dice: ‘No se perderá un cabello de vuestra cabeza’”. “Acerquémonos al fuego cálido y vivificador que es Jesús Eucaristía, el único que puede poner calidez en este tiempo gélido para la fe”, ha añadido en la homilía.
Cáritas Diocesana de Jaén
Galería fotográfica: «Eucaristía en la III Jornada Mundial de los Pobres»
(Fuente: www.diocesisdejaen.es)