Como cada 15 de agosto, la Catedral de Jaén ha celebrado la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Presidida por el Deán y Vicario General de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, la celebración eucarística ha estado concelebrada por algunos miembros del Cabildo Catedral.
Una procesión claustral, con la Virgen de la Antigua, patrona del Cabildo, daba inicio a la celebración. Desde la capilla del Santo Rostro, hasta el presbiterio, la Virgen fue portada por miembros de la Cofradía de la Buena Muerte. Precedida de un cortejo de niños con flores, la imagen de. Cada año, esta fiesta reúne a un mayor número de fieles que quieren participar en la Eucaristía en honor a la titular de la Catedral.
En la homilía, el Vicario General recordó que, “en María asunta a los cielos contemplamos nuestro destino final, que no es una utopía vana o lejana, sino una espléndida realidad en aquella que es imagen e icono de lo que la Iglesia toda está llamada a ser”. En este sentido, expresó que el anhelo de todo cristiano es “estar en el cielo, es decir, llegar a la plena comunión con Dios”. En este sentido proclamó que la “verdadera felicidad, esa que anhela y persigue todo ser humano, sea consciente o no de ello, es participar de la misma vida de Dios”.
D. Francisco Juan quiso, en el día de la Asunción, poner a María como ejemplo de vida, y lo hizo con estas palabras: “Miremos, hermanos, la fe de María, y animémonos con su ejemplo a ser hombres y mujeres de fe. La vida de la Santísima Virgen fue una peregrinación en la fe. Por eso, en ella se realizó lo que proclama su cántico, que escuchábamos en el evangelio de hoy. María fue capaz de confiar en el Señor, fue capaz de esperar por encima de todo, fue capaz de vivir apoyada en las promesas de Dios y no en sus méritos o su riqueza”.
Al concluir la homilía, y como es tradición, bebés y niños pequeños subieron hasta el presbiterio para presentarlos ante la Virgen, que como dijo el Deán y Vicario General, “María que gloriosa, sube en cuerpo y alma a los cielos. Ella nos indica el camino que hemos de recorrer”.
Recogiendo una tradición unida a la historia de la Catedral, y recuperada hace un lustro, al finalizar la celebración eucarística, se bendijo a Jaén, sus vecinos y los campos, con el Santo Rostro desde los balcones exteriores de la seo jiennense.
(Fuente: www.diocesisdejaen.es)
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Como cada 15 de agosto, la Catedral de Jaén ha celebrado la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Presidida por el Deán y Vicario General de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, la celebración eucarística ha estado concelebrada por algunos miembros del Cabildo Catedral.
Una procesión claustral, con la Virgen de la Antigua, patrona del Cabildo, daba inicio a la celebración. Desde la capilla del Santo Rostro, hasta el presbiterio, la Virgen fue portada por miembros de la Cofradía de la Buena Muerte. Precedida de un cortejo de niños con flores, la imagen de. Cada año, esta fiesta reúne a un mayor número de fieles que quieren participar en la Eucaristía en honor a la titular de la Catedral.
En la homilía, el Vicario General recordó que, “en María asunta a los cielos contemplamos nuestro destino final, que no es una utopía vana o lejana, sino una espléndida realidad en aquella que es imagen e icono de lo que la Iglesia toda está llamada a ser”. En este sentido, expresó que el anhelo de todo cristiano es “estar en el cielo, es decir, llegar a la plena comunión con Dios”. En este sentido proclamó que la “verdadera felicidad, esa que anhela y persigue todo ser humano, sea consciente o no de ello, es participar de la misma vida de Dios”.
D. Francisco Juan quiso, en el día de la Asunción, poner a María como ejemplo de vida, y lo hizo con estas palabras: “Miremos, hermanos, la fe de María, y animémonos con su ejemplo a ser hombres y mujeres de fe. La vida de la Santísima Virgen fue una peregrinación en la fe. Por eso, en ella se realizó lo que proclama su cántico, que escuchábamos en el evangelio de hoy. María fue capaz de confiar en el Señor, fue capaz de esperar por encima de todo, fue capaz de vivir apoyada en las promesas de Dios y no en sus méritos o su riqueza”.
Al concluir la homilía, y como es tradición, bebés y niños pequeños subieron hasta el presbiterio para presentarlos ante la Virgen, que como dijo el Deán y Vicario General, “María que gloriosa, sube en cuerpo y alma a los cielos. Ella nos indica el camino que hemos de recorrer”.
Recogiendo una tradición unida a la historia de la Catedral, y recuperada hace un lustro, al finalizar la celebración eucarística, se bendijo a Jaén, sus vecinos y los campos, con el Santo Rostro desde los balcones exteriores de la seo jiennense.
(Fuente: www.diocesisdejaen.es)