En una decisión que resulta histórica, el Papa ha convocado para el 27 de noviembre a todos los católicos del mundo a una Vigilia de oración en defensa de la vida que se encuentra por nacer. Ese mismo día el Santo Padre celebrará en la Basílica de San Pedro una solemne «Vigilia por la vida naciente» coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer Domingo de Adviento en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. La Vigilia comprenderá, además de las Vísperas, también la adoración eucarística, para agradecer al Señor que, «con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia».
En el mensaje de convocatoria se señala que: «Todos nosotros somos concientes de los peligros que amenazan hoy la vida humana a causa de la cultura relativista y utilitarista que ofusca la percepción de la dignidad propia de cada persona humana, cualquiera que sea el estadio de su desarrollo. Estarnos llamados más que nunca a ser «el pueblo de la vida» (Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, n. 79) con la oración y el compromiso».
El Santo Padre ha pedido que en las Iglesias particulares los Obispos presidan celebraciones análogas e involucren a las parroquias, a las comunidades religiosas, a las asociaciones y a los movimientos a sumarse a esta vigilia universal en defensa de la vida naciente.
En nuestra diócesis, el Sr. Obispo, quien presidió la Vigilia de Oración celebrada en la tarde del sábado 27 de noviembre en la Catedral, comenzó explicando que dicha Vigilia había sido expresamente convocada por el Papa «para agradecer al Señor que, con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia». Con esta «Vigilia de Oración por la vida naciente», celebrada en todas las Iglesias particulares en unión con el Papa, pastor universal, impetraremos la gracia y la luz del Señor para la conversión de los corazones y daremos un testimonio eclesial común a favor de una cultura de la vida y del amor.
En una decisión que resulta histórica, el Papa ha convocado para el 27 de noviembre a todos los católicos del mundo a una Vigilia de oración en defensa de la vida que se encuentra por nacer. Ese mismo día el Santo Padre celebrará en la Basílica de San Pedro una solemne «Vigilia por la vida naciente» coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer Domingo de Adviento en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. La Vigilia comprenderá, además de las Vísperas, también la adoración eucarística, para agradecer al Señor que, «con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia».
En el mensaje de convocatoria se señala que: «Todos nosotros somos concientes de los peligros que amenazan hoy la vida humana a causa de la cultura relativista y utilitarista que ofusca la percepción de la dignidad propia de cada persona humana, cualquiera que sea el estadio de su desarrollo. Estarnos llamados más que nunca a ser «el pueblo de la vida» (Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, n. 79) con la oración y el compromiso».
El Santo Padre ha pedido que en las Iglesias particulares los Obispos presidan celebraciones análogas e involucren a las parroquias, a las comunidades religiosas, a las asociaciones y a los movimientos a sumarse a esta vigilia universal en defensa de la vida naciente.
En nuestra diócesis, el Sr. Obispo, quien presidió la Vigilia de Oración celebrada en la tarde del sábado 27 de noviembre en la Catedral, comenzó explicando que dicha Vigilia había sido expresamente convocada por el Papa «para agradecer al Señor que, con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia». Con esta «Vigilia de Oración por la vida naciente», celebrada en todas las Iglesias particulares en unión con el Papa, pastor universal, impetraremos la gracia y la luz del Señor para la conversión de los corazones y daremos un testimonio eclesial común a favor de una cultura de la vida y del amor.