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La Catedral de Jaén celebra, con alegría, la resurrección de Cristo

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A las 12 de la mañana el repique de campanas de todos los templos de la geografía española anunciaba la resurrección de Cristo, que ha vencido a la muerte. Además, con este gesto, propuesto por la Conferencia Episcopal Española, se recordaba a las víctimas de la de la pandemia del COVID-19 y se llevaba la esperanza y el consuelo a sus familias.

Minutos después, en la S. I. Catedral de Jaén ha comenzado la solemne Eucaristía en este Domingo de Pascua. Ha estado presidida por nuestro Obispo Don Amadeo Rodríguez Magro y concelebrado por el Vicario General de la Diócesis y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas.

Han estado presentes, además, algunos seminaristas, que han sido los encargados de las lecturas. El Evangelio ha sido proclamado por el Diáconos D. Jesús Llopis.

Homilía

El Obispo comenzaba su homilía haciendo referencia a la Palabra de Dios.  “La Santa Madre Iglesia recoge del libro de los Hechos de los Apóstoles la primera proclamación del kerigma, del primer anuncio. Pronuncia las primeras palabras que abren los corazones de los creyentes a la fe y al seguimiento de Cristo”.  

En este sentido, el Pastor diocesano ha subrayado que San Pedro ha adelantando “lo que será el gran discurso del día de Pentecostés, ya que hoy nos ha narrado el acontecimiento. Y lo ha narrado para que, de esta experiencia pascual de todos nosotros, nazca la apertura de nuestros corazones, a la fe en Cristo resucitado y para que Cristo resucitado se convierta en vida nuestra”.

Don Amadeo ha continuado, además, refiriéndose a la cruz de Cristo. “Dicen que los cristianos creemos en la cruz de Cristo, pero la razón por la que creemos en ella no es otra que creer que Dios, su Padre, lo ha resucitado y con la resurrección de Cristo nos ha llegado la vida”. “Precisamente, -ha afirmado- esto es lo que movió la vida de los creyentes y lo que movió, también, la vida de la Iglesia. Este anuncio tenía la verdad y la fuerza de este acontecimiento e iba haciendo que los cristianos conocieran a Cristo y cambiarán y transformarán su vida. Porque la fe, como sabemos muy bien, es fundamentalmente un acontecimiento, un encuentro personal que transforma nuestra vida”.

El Prelado ha querido recordar, también, que la Pascua litúrgica se va a prolongar 50 días y que el día de Pascua se va a extender durante toda una semana. Sin embargo, ha manifestado que “si vivimos de este misterio de la fe, si vivimos en Cristo muerto y resucitado, si sentimos esa presencia que renueva nuestra vida y que le da sentido, toda nuestra vida es siempre Pascua de resurrección”.

Así, Don Amadeo ha apuntado que hay dos sentimientos que son necesarios para que nuestra fe esté permanentemente viva. En primer lugar, ha hablado del temor, “pero no el temor que es miedo, sino el temor que es asombro. La fe siempre tiene que tener asombro, no nos acostumbramos nunca las cosas de Dios. Nuestro corazón siempre tiene que abrirse asombrado ante lo que Dios hace con nosotros”. En segundo lugar, Don Amadeo se ha referido a la alegría. “El asombro nos tiene que llevar, también, a la alegría. La alegría tiene que implantarse en nosotros y en nuestro corazón. Ya os lo recordaba anoche y os lo quiero recordar también en esta mañana luminosa: ¡Aleluya, Aleluya, alegría, porque Cristo ha resucitado!”. Y, haciendo referencia a la situación actual, ha añadido: “En este momento en el que estamos confinados en nuestras casas, y esperando a que pase esta terrible pandemia que nos tiene a todos atemorizados, tenemos que tener alegría, que esté compuesta, sobre todo, de esperanza, de mucha esperanza. La cuarentena ha coincidido con la Cuaresma. Ojalá el tiempo de Pascua sea el tiempo de la esperanza y el tiempo de la victoria, también en la pandemia”.

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Finalmente, el Obispo ha querido recordar que la experiencia pascual es una experiencia personal, pero también es una experiencia comunitaria.  “Es una experiencia de Iglesia. Por eso, también, la Pascua nos tiene que llevar a un amor profundo por la Iglesia. Pero, una Iglesia renovada; una Iglesia abierta; una Iglesia al servicio de los demás; una Iglesia que vive el amor, la fraternidad y la caridad; una Iglesia que vive en el respeto”. Para concluir: “La iglesia Pascual tiene que ser, además, misionera, porque este mensaje, que hoy celebramos, es el corazón de la fe y el corazón del anuncio. Por ello nunca hemos de olvidar que tenemos que dejar la huella de que Jesucristo vive para nosotros y vive para el mundo”.

Renovación de las promesas bautismales
Tras la homilía, el Obispo ha invitado, a todos los fieles, que participaban en la Santa Misa desde sus casas, a través de las Redes Sociales, a  realizar la renovación de las promesas y profesión de fe bautismal. No obstante, este año se ha suprimido la aspersión con agua bautismal.

Asimismo, Don Amadeo ha impartido la bendición con indulgencia plenaria para todos los fieles que ha seguido esta celebración con espíritu de fe y piedad cristiana.

Antes de culminar, ha querido felicitar la Pascua a todos los fieles diocesanos, teniendo muy presentes a los enfermos, a los que se están recuperando o los que están en los hospitales. También ha querido mostrar su afecto a los sanitarios y ofrecer su oración, por todas las familias que han perdido a un ser querido y, también, por los que nos están dejando día a día, víctimas de esta pandemia.

Finalmente, la celebración eucarística terminaba con el canto del Regina Coeli.

Fuente: www.diocesisdejaen.es